Érase una mente cuadriculada, toda su visión una estructura
familiar, nada discurría sin tropezarse antes con el ángulo de una esquina, todo
pensamiento rebotaba indefectiblemente en alguna de sus paredes, sin margen
para la sorpresa, la novedad o el atrevimiento….. hasta que un día, de un
súbito estallido, las fronteras se resquebrajaron, muy por encima de su cabeza
plana, de pronto se abrió un espacio, los cuadrados se desparramaron, las formas de pensamiento emergieron, retorciéndose
en el aire, sinuosas, volubles, suaves, ondulantes, ideas nuevas, recién nacidas, frescas, espirales, múltiples
posibilidades… Ahora conviven en armonía, la locura con pies y cabeza, la fluidez
con cauce, el árbol de fuerte raíz y ramas al cielo, una danza en equilibrio de
dos que se complementan en perfecta armonía.
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Materiales: pintura acrílica sobre papel bambú
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